Habla rápido, quiero cenar. — Pv. Theo.

La clase no era lo que esperaba. Sentía que cada año sus alumnos llegaban menos capacitados que veces anteriores. Incluso estuvo muy tentado a cuando culminara el día se dirigiera al profesor de Teoría Mágica para hacerle unas puntualizaciones más que pertinentes. Sin embargo no contaba con tiempo ahora para dedicarse a pensar en lo mal capacitados que estaban los alumnos; algunos incluso daban pena... por no decir lástima.

—¿Qué se supone es esto? ¿Un paseo al campo por la pradera en primavera? —Preguntó irónicamente antes de dar un golpe seco en el escritorio con la palma de la mano haciendo que el sonido fuese aún más impactante de lo que el golpe había sido. —Espero un rendimiento más que un simple aceptable. Así que como deber tienen para leer el capítulo dos y tres del libro “Artes oscuras: ¿Mal o bien?” dedicado a la teoría de las maldiciones imperdonables. Y créanme, no perdonaré al que el lunes no traiga una redacción de un dos pergaminos del tema, detallando un especial hincapié en los requisitos para llevar acabo los hechizos así como posibles formas de evitarlos. —Marcó, con autoridad justo cuando la clase comenzaba a murmurar.

La campana fue la que los salvó de otra reprimenda aún peor.

Con un gesto de su mano les dejó salir del aula. Aquello era peor de lo que esperaba. Incluso al levantar la vista enfocó a un alumno. Uno en particular que parecía estar obligado en su aula. No tenía mucho que ver el hecho de que el rendimiento del susodicho fuera casi nulo. No sabía en sí que le sucedía, quizás tampoco le importaba, solo le interesaba que en su clase fuera un alumno de buenas notas.

Nadie podía pasar por su clase y salir sabiendo lo mínimo, su ego personal como profesor no permitía que un alumno no aprendiera nada de lo que enseñaba.

—Cortez. Necesito se quede unos minutos. —Marcó, secamente, sin levantar la vista de un pergamino que justamente había tomado en sus manos.

No quería una charla sentimental, ni que le contara lo injusta que era la vida con él. Solo quería que se comprometiera a rendir más. Eso era lo que buscaba y esperaba de este encuentro. Además era la última clase de la tarde, lo que indicaba que pronto habría que cenar y Lucifer Mortensen no era hombre que se salteara la cena, jamás.

Se negó, se quejó con su familia, hasta con el rector, sin embargo ninguna queja tomó efecto. ¿Por qué no pueden dejarle no tomar la asignatura de Artes Oscuras? No le importaría tener horas extras de otras clases, ¡hasta de historia! Pero no, que es una clase obligatoria, que es necesaria para su futuro, bla bla bla, la asignatura es una basura, no debería existir ni ella ni las propias artes. Todo este odio viene del pasado de su familia, un pasado que no desea mencionar.

Estuvo echado sobre su silla con los brazos cruzados durante toda la clase, negándose a participar, y diciendo que no sabía la respuesta, pero con un tono despectivo. Si le obligan a estar en la clase, no dejará que disfruten de ello. Y el profesor... ¡no dejen que Theo empiece a hablar! Más antipático imposible, y si nombre... ¿no es una coincidencia? Caos con caos, perfect match. La clase termina y todos los alumnos se levantan, el latino primero y ya camino a la puerta, pero el profesor les entrega una tarea. Una que parece estar dirigida a molestar a Theo, porque es justo en lo que no quería entrar. Las maldiciones imperdonables son las culpables de la caída de su familia en el pasado, a la vez que las otras familias españolas. Si solo pudiera acercarse a un miembro de una de ellas... Ahí es donde viene lo malo, pues si quiere hacer algo, tiene que ante ser esta clase. Todo muy contradictorio, ¿no?

Le faltaban dos pasos para salir del aula cuando el profesor mencionó su apellido. Maldita sea. Se aflojó un poco la corbata y se quedó mirando al profesor, con una cara de aburrimiento y con ganas de terminar—. ¿Qué quiere? —comenta en un acento latinoamericano, algo que hace a propósito simplemente para molestar al profesor, pues a muchos les molesta ese acento. Está más que claro que Theo puede hablar bien inglés, ¿pero qué divertido sería eso?

“La paciencia es virtud de sabios”

La cita mental flota en su mente ante la impertinencia del muchacho. Lucifer no es hombre que se deje amedrentar por un niño. Por eso la mirada que le dedica el profesor ante su tono y forma de hablar lo dice todo. No va a caer en el juego que plantea. Se nota a la distancia que busca un por qué por el que no volver a clases. Y quizás por un segundo solo pensó en “motivarlo” a su manera, pero cuando lo escuchó supo claramente que no. Para algunos las cosas se hacen a lo directo, sin rodeos, este caso para ejemplo.

—Primero. Cuide su tono. Puede que se apellide como quiera, en mi aula es uno más. Quiera o no. —Comenzó, con un tono tranquilo. Como si corrigiera a un alumno en clase, aunque mucho menos tajante. —Segundo. Si le mando a llamar, es porque su rendimiento deja no que desear, es deprimente. ¿Tiene una justificación o es que las horas de sueño no son suficientes en la academia que debe querer venir a dormir a clases? —Comentó, a modo de pregunta, levantándose de la silla y moviendo la varita vagamente para que los borradores limpiaran la pizarra y la dejaran lista.

Le dio una mirada. Lo analizó vagamente por unos segundos. Pensó en una primera instancia que era incompetencia lo que le impedía rendir como debía en la clase, pero supo luego de un par de mono sílabos, que era algo más lo que impedía supiera al menos aparentar que era un buen alumno.

—¿Quiere quejarse de algo? —Comentó y sus palabras no eran una invitación a charlar de la clase, iban con doble sentido. Era un “Di lo que quieras, haré que sea peor”. Solo al final le miró con autoridad y fijo a los ojos, sin pestañear ni titubear. —No tengo todo el día. Hable ahora. —Informó al muchacho.

Hay que aclarar algo antes de seguir con esto: Theo y el profesor Mortensen no se van a llevar bien. La envidia que irradia el hombre hacia el alumno debido a que su apellido es mas importante se nota, o al menos eso cree el moreno—. Oh, mis disculpas, señor. —viejo eres, acéptalo ya. El profesor parece tener las ganas de hacer sufrir al alumno, pero no dejará que le vea como inferior, Theo es mejor que él—. Creo que está equivocándose, señor. No he dormido, simplemente no he deseado participar. —y ni hacer lo que había que hacer en clase, pero a ver si se olvida de esa parte. Hizo énfasis de nuevo en señor, pero indirectamente.

— No tengo quejas ante un buen profesor. —¿y si le confundimos un poco? Será interesante ver como intenta sacarle la incomodidad hacia la clase, que tiene que ver con su familia, algo que el profesor parece que quiere alejar, como si no quisiera meter a las familias importantes en la conversación. ¿Se habrá olvidado quién es el padre del moreno? Alguien importante, muy importante y con mucho poder, aunque un hipócrita. A cara de los demás, Theo puede usarlo, pero la verdad es que no.

OFF: Siento la tardanza. Estaba de viaje y no me dio tiempo.