I know my sins —abraham

No es que odie pasar tiempo con Zaala, al fin y al cabo es su mejor amiga desde el primer año, sin embargo hacerse pasar por una pareja... No es algo fácil, menos cuando tu mente y tu corazón están con otra persona. Sus labios tampoco es que sean malos, pero las mujeres no le gustan. Todo es culpa de su padre por obligarle a tener una falsa relación y a sus amigos por obligarles a besarse para aceptar que están juntos, aunque desde que Zaala y Theo paran juntos, todos decían que terminarían siendo pareja.

Se despide de su mejor amiga y camina hacia el lago, remangando su camisa en el camino. Recién han empezado las clases y recién la gente le ve con Zaala, sin embargo no es algo que se pueda actuar con facilidad, y se estuvo preparando durante las vacaciones, después de ese incidente. Extraña los brazos del chico, pero no puede acercarse a él, su padre le tiene vigilado las veinticuatro horas. Es en el lago donde le dan algo de libertad.

Se quita la camisa, los zapatos y las medias. Se remanga los pantalones y mete sus pies en el agua, echándose hacia atrás, su cara mirando hacia el cielo. Extiende su mano derecha hacia arriba, empezando a bordear una nube con forma de una nutria, su patronus. Theo cierra sus ojos y deja que su mente y alma viajen por el universo, y relajen su cuerpo.

Una de las mayores desventajas de tener orígenes muggles era que, una vez que salías de vacaciones de verano quedabas completa y absolutamente descomunicado del resto de la sociedad mágica, teniendo como único medio de comunicación la mensajería vía lechuzas, y eso de tener aves nocturnas con cartas atadas a la pata a plena luz del día no era lo mejor, disminuyendo así mucho más las oportunidades de mantenerte al corriente con el mundo, como era el caso de Abraham.

Tenían pocas semanas de haber comenzado el nuevo curso escolar, su último curso escolar por lo que incluso antes de comenzar sentía cómo la tensión se iba acumulando sobre sus hombros. Sería un año difícil con todas las materias, con saber qué sería de su vida y sobre todo, que pasaría con él. No lo había vuelto a ver desde el día del "incidente" y aunque estuviesen en el mismo colegio parecía ser que el heredero de los Cortez se había propuesto mantenerse fuera de vista.

Era una cálida tarde, de esas que cada vez eran menos recurrentes en el otoño por lo que el castaño había decidido salir a dar un paseo. Quería sentir el aire en el rostro y despejar su mente. A cada día que pasaba su cabeza se volvía más y más un lío.
Sin darse cuenta sus pasos lo habían llevado hasta las cercanías del lago, un buen sitio para hacer lo que se proponía: olvidarse de todo. Cerrar los ojos y vaciar por completo su mente. Apresuró el paso cuando quedaban solo unas decenas de metros para el cuerpo de agua cuando lo vio. Sin camisa, sin zapatos y refrescándose en el agua. Abbie se detuvo en seco, estupefacto y con los sentimientos encontrados. Quería ir con él para aclarar las cosas pero tampoco quería hablar con él de aquel modo, llegándole de sorpresa y dejándolo sin otra opción.

Aguardó en su posición unos momentos hasta que dio un paso al frente, decidido. ¿Si no era entonces, cuándo? —Hola. —saludó una vez que llegó a su posición, a la orilla del lago y aprovechando que se encontraba distraído.

Su mente estaba vacía, su cuerpo relajado. Era el momento perfecto, sin preocupaciones. O eso creyó, pues cuando una de las nubes tomó la forma de la cabeza de un lobo, y escuchó una voz conocida, su mente se llenó de preocupaciones. ¿Qué estaba haciendo ahí él? Había hecho todo lo posible para ignorarlo y alejarse de él, pero parecía que de ninguna forma podía escaparse. No quería hacerlo, estaba claro que no, ¿pero qué otra cosa podía hacer? Su padre les amenazó a los dos con matarles si seguían juntos, y la gente les criticaría si salían juntos. Qué te guste alguien de tu propio género en los tiempos en los que están no es algo para nada fácil.

Arqueó su torso hacia adelante para terminar sentado en el borde del lago, sus pies todavía dentro del agua. Ladeó su cabeza hacia un lado y tras esto la gira para ver al chico. Sus ojos se encuentran, y una gran cantidad de memorias empiezan a pasar por la cabeza de Theo. El roce de su piel con la del ajeno, sus jugosos labios... ¿por qué la sociedad y su padre eran así? ¿Tan difícil es aceptar la diferencia de gustos? Por un segundo piensa en acercarse a Abraham y plantarle un beso, pero aún en el lago hay alguien vigilándolo, aunque creyera lo contrario. Su padre no va a arriesgarse a que su hijo haga una 'estupidez'.

Sus comisuras se alzan en una media sonrisa, no le salen las palabras. Y es que, ¿cómo le va a explicar todo? Su padre no quiere que esté cerca a Roberts, si lo hace nunca más se verán, mejor dicho nunca más verán a Theo, pues es capaz de mandarlo a otro lado donde esté alejado de todo el mundo—. H-hola. —

¿Por qué diantres había decidido ir al lago? ¿No había podido quedarse en su habitación simplemente? Allá también podría haber tenido paz y tranquilidad, con colocarse al almohada encima de la cabeza cualquier entendería que no quería hablar con nadie... pero no, el joven había decidido salir a dar un paseo por los terrenos de la escuela y allí estaban las consecuencias: un raro, incómodo y doloroso encuentro con Theo.

Permaneció unos momentos en silencio antes de reunir las fuerzas suficientes para poder articular una palabra. Una vez que habló apretó los labios en espera de que el muchacho atendiera a su llamado, si es que lo hacía, por supuesto.

Dibujó una extraña mueca cuando sus ojos se encontraron, algo así como el intento de una sonrisa. Dio unos pasos al frente de forma inconsciente para salvar un poco de la distancia que los separaba aunque se detuvo de pronto al no saber qué decir. ¿Qué le diría? ¿Cómo debía tratarlo? Sabía que en teoría ni siquiera debería mirarlo, pero era imposible no hacerlo.

—Yo... eh, ¿que-qué tal? —preguntó, al cabo de unos momentos con las manos en los bolsillos, mirándolo. ¿Cuándo se habían convertido en unos completos desconocidos? ¿En qué momento se había terminado todo entre ellos?

Los dedos de sus manos se mueven, como si estuviera acariciando alguien, aunque no toca nada. El recuerdo del cuello de Abra vino a su mente en ese momento, lo extrañaba tanto, y estaba tan cerca como a la vez tan lejos. Y sus labios... no se pueden comparar con los de Zaala, el chico es mucho mejor, al fin y al cabo lo que le gustan son los hombres, no las mujeres.

El chico se acercó un poco más, preguntándole que tal estaba. ¿No era obvia la respuesta? Mal, se sentía pésimo por no poder estar junto a él, por haberse alejado y convertido en un cualquiera. Suspiró brevemente, intentando que su mundo no se derrumbe mientras habla— Bien, supongo. La clase de artes oscuras es un asco. —no deberían estar hablando, ni estar tan cerca, pero qué otra cosa podía hacer, ¿irse?

No podía hacer eso. Además, una conversación inofensiva no es nada malo, siempre y cuando no se toque ese tema, todavía no está preparado para confrontarlo— ¿Y que tal estás tu? —¿odiándome y queriendo matarme por haberte olvidado? ¿Con el corazón roto igual que yo? Seguro que has sufrido más que yo. Theo tiene ganas de levantarse y al menos abrazarle, pero si hace eso, el que terminará peor será Abraham, y no quiere que el chico sufra más de lo que ya ha sufrido, no se lo merece.